domingo, 17 de octubre de 2010

¡Apalea hortalizas hasta que canten!

El pasado martes asistí a un concierto un tanto particular. The Vienna Vegetable Orchestra estuvo en la Casa del Estudiante de la Universidad de Pau, dando fin a su gira por Francia.

Recuerdo que la primera vez que oí hablar de ellos fue hace unos años. La voz de Matías Prats hablaba sobre verduras y música en Madrid, así que decidí apartar la vista de mi –no recuerdo exactamente lo que era pero seguro que estaba muy bueno porque lo había preparado mi madre y ya sabéis las mamis qué bien cocinan (y la mía más)- plato para ver cómo unos sujetos vestidos de negro hacían saltar los productos de la huerta de un lado a otro en un ambiente distendido.

Esto fue lo que me vino a la cabeza cuando leí que actuarían en Pau, pensé que no estaría mal ver algo nuevo y hasta allí que se movieron mis pies.

Abténganse los malpensados, eso es un instrumento de música y sólo eso. Espero. Y muy curioso, tenía agua dentro y al soplar producía un gorgorito inquietantemente rítmico.

Increíble pero cierto: habían tallado las verduras para hacer instrumentos de viento y cuerda. Pensaréis que me sorprendo con cualquier cosa, pero es que tenía entendido que hacían percusión, sólo percusión. Y me tendríais que haber visto cuando vi la flauta-zanahoria, pero si había algo impresionante, eran el puerro-violín y la trompepimiento ¡¡una trompeta hecha con pimiento!! (yeah).

Ésta no es la trompepimiento. La trompepimiento tenía clase.

La música que presentaban era en principio con un toque un tanto étnico, pero según iba avanzando el concierto te iban sorprendiendo con electro al más puro estilo Kraftwerk o con Death Metal del BESTIA. Les faltaba vocalista, pero hacía que te doliera la cabeza casi lo mismo (es decir, Death Metal del malo, porque si fuera bueno no jode tanto). En esencia, agresividad al máximo. Para reproducir este sonido empezaron a destrozar a golpes y arañazos (rítmicamente, eso sí) a unas pobres coles.

Iban arrojando garbanzos y alubias sobre una plancha metálica para conseguir más sonidos.

Hay que decir que, menos el electro, el resto de estilos eran algo siniestros, casi como la banda sonora de una peli de terror (una de las melodías se llamaba “Masacre de hortalizas” y, creedme, causaba cierta inquietud).

El final fue lo más abstracto. No recuerdo cómo se llamaba la canción, pero repartieron chubasqueros para la primera fila. Cada intérprete delante de un micro, de pie. En la mano derecha un tomate. En la izquierda, otro tomate. Y empezaron a hacerlos chocar… Al principio había algo de ritmo, luego se sucedió el simple placer de la destrucción y el regocijo de ver como la pulpa de los tomates saltaba en todas direcciones a chorreones. Matanza de tomates. Es inevitable pensar que entre aquellos músicos hay algunos miembros que de pequeños odiaban comer verduras. Y así es cómo del amor y el odio sale la inspiración creativa.

Os dejo con un par de vídeos. Como de costumbre, la calidad es horrible, os aconsejo que no los veáis, si no que los escuchéis (aunque el sonido deja algo que desear también).





PD: Al final del concierto reparten sopa, pero no esperéis (si vais a verlos alguna vez) que os sirva de cena, era una tapilla ridícula que recordaba más al racionamiento de un campo de concentración que a una invitación postconcierto, pero bueno, no estaba mala. Lo que cuenta es el detalle.

viernes, 15 de octubre de 2010

Pau

Esta ciudad que se pronuncia “Po” no tiene que ver ni con ríos, ni con culos, ni con teletubbies. Bueno, tiene un río, pero no es el italiano, el que pasa por aquí es el Gave. Lo de culo no sé si tenía más relación con cómo lo decían en el Canadá francófono o con Alemania. Por desgracia, demasiadas historias (y muchas de ellas muy buenas) y demasiada gente de tantos sitios en tan poco tiempo, muy concentrado. Y lo otro, mejor olvidarlo.

Esta ciudad entre los Pirineos y el Atlántico es inquietantemente parecida a Málaga (pero algo más limpia –eso duele, malagueños, pero hay que aceptar la realidad de nuestras calles. No es normal que de pequeño te miren mal porque tires un chicle al suelo y ahora que han pasado 15 años o más veas a ancianos tirando sus pañuelos llenos de… ah no, los gapos los escupen tan contentos, no quiero imaginar lo que puede haber en ellos…).

Esta es la ciudad que me acogerá por un año. Espero poder contaros poco a poco lo que es o lo que tiene, porque en realidad, acabo de llegar, y no tengo ni idea.

*Mandando a la papelera de reciclaje primeras impresiones* *"Reinicializando”*